Es tan numerosa la oferta de estímulos que nos rodea en el mundo actual, que en ocasiones resulta imposible e impracticable el simple hecho de detenerse a observar los deseos y necesidades que realmente surgen de una o uno mismo. La oferta no está exclusivamente relacionada con el mundo material. También existe una amplia gama de oferta relacional y emocional. Esta imposibilidad de frenar, en ocasiones nos hace presos de una “angustia existencial”, de un sentimiento de vacío, que queremos llenar a cualquier precio. A costa en ocasiones, de nosotras y nosotros mismos. Nos sentimos perdidas y perdidos, insatisfechas e insatisfechos, y confundimos ese grado de “desilusión óptima” que Winnicott relacionaba como el responsable de nuestro crecimiento y desarrollo vital, con un sufrimiento que cada vez toleramos menos en nuestro día a día. Tratamos de abastecer ese vacío con una incesante sed de relaciones, actividades, alimentos, sustancias, objetos, etc…que en ocasiones nos hacen volver al mismo lugar de siempre, al mismo sentimiento de “dolor”.
Esta frustración que nos convierte en finitos, en humanos, esta dificultad para no poder con todo, llega a ser la causante del malestar que cada vez enseñamos menos a tolerar a nuestras pequeñas y pequeños. Nos cuesta esperar, y confiar en la vida. Porque a veces, simplemente, no nos enseñaron a hacerlo. Encontrar el punto intermedio entre sentirse “congelado”, y “moverse sin rumbo”, conlleva en ocasiones parar, y escucharse. Y tratar de comprender el sentido y significado de nuestras elecciones vitales.
¿Y qué hago cuando la angustia sea tan grande que no sepa y pueda manejarla? A continuación se sugieren una serie de actividades que pueden ayudarte con ella.
- Lo primero de todo, detente. Respira, y trata de poner en voz alta o a través de un diálogo interno lo que está pasando. Como si te convirtieras en un observador externo de tu propia experiencia y existencia.
- Recuerda que las emociones son pasajeras, y comparte lo que está ocurriendo con alguien con quien te puedas sentir comprendido y cuidado. A veces ese alguien no está a mano, pero si lo podemos sentir dentro de nosotros. Esta es la magia de los vínculos. Trata de imaginarte qué te diría esa persona, o qué haría contigo en esos momentos.
- Las situaciones cambian, pero nuestras tendencias de respuesta y afrontamiento suelen permanecer automáticas a no ser que tomemos conciencia de ellas. Trata de recrear mentalmente un lugar en el que te hayas sentido segura o seguro. Conecta con las sensaciones y percepciones que su visualización provocan a nivel físico en ti.
- Otra de las acciones que puede ayudar a conectarte con el presente, consiste en apretar con tu mano no dominante, una pelota u objeto blando, pensando en todas las sensaciones desagradables que no te permiten estar bien en este momento. Libera toda la tensión en el objeto. Cuando hayas disuelto parte de esa tensión, con la mano dominante,sostén un objeto que te recuerde a la calma, a la serenidad. Ahora toca generar un anclaje en el presente, que nos permita sentirnos más próximos a nuestro estado “natural”. Deja que las sensaciones te inunden, y descansa cuando hayas encontrado un cierto equilibrio en la experiencia.
En la vida no siempre hay que llegar a la meta. En ocasiones se trata de disfrutar de la preparación, del proceso y de la ilusión de visualizarse consiguiéndola. Cuando dejamos de obsesionarnos con ella, más nos acercamos. Cuida tu vida día a día. La calidad de los momentos es lo que llena de satisfacción y plenitud tu experiencia y sentido vital.
Ana Sauz