EDUCAR EN LA PASIÓN
Hace unas semanas, mi querido amigo compartía conmigo un artículo, que analizaba estadísticamente cómo Islandia había reducido radicalmente el consumo de sustancias entre los jóvenes. La fórmula era sencilla, pero el resto del mundo parece no poder copiarla. Me parecía interesante compartirla, y ayudar a que muchos reflexionemos sobre ella.
Un análisis a un nivel más neurológico, impulsaba a estudiar cómo el cerebro produce una serie de cambios durante el desarrollo de una actividad que le apasiona. El movimiento se basaba en buscar una “embriaguez natural”, ayudando a que los jóvenes se “colocaran” con la química de su cerebro. ¿Por qué? Porque cuando existe un consumo, se trata porque la gente quiere cambiar su estado de conciencia, pero sin los efectos perjudiciales de la sustancia. El psicólogo Milkman, hablaba de crear “adictos comportamentales”.
Los jóvenes del país redujeron su tasa de adicción, cuando desde pequeños se facilitaron instalaciones para la práctica de deportes, escuelas de danza y arte. Además, se implementó una orientación a los padres, que trataba de resaltar la importancia de su presencia durante el desarrollo y crecimiento de sus pequeños. Y aumentaron las subvenciones para la práctica deportiva desde pequeños. ¿Cuál fue el resultado? Se redujeron considerablemente las tasas del uso de sustancias.
Al fin y al cabo, la adicción a la droga puede existir incluso antes de tomarla, pues guarda relación con cómo quieran y sepan enfrentarse a los problemas y a las situaciones de estrés desde edades tempranas.
Es por ello, que quizás el cambio viene de la mano de mostrar el lado más divertido de la vida. Convertir a nuestras futuras generaciones en adictas a vivir. Facilitar nuevas formas de estar más saludables e igual de estimulantes. Asegurándonos que, la experimentación y búsqueda de una nueva manera de estar en el mundo, venga siempre de la mano de conductas de cuidado, relación, y compartir con los otros de una manera sana.