En nuestras vidas surgen muchos cambios, algunos de ellos son esperados ya que somos nosotros quienes tomamos las decisiones, sin embargo, otros vienen de forma inesperada, lo cual, puede suponer en ciertos momentos un estrés en nuestras vidas. Prepararnos a dichos cambios nos ayudará a enfrentarlos de una forma más adaptativa y más fácil de sobrellevar.
Con cambio me refiero a cualquier circunstancia que tengamos que poner en marcha nuestros recursos (cambio de vivienda, enfermedad de un familiar, divorcio, enfrentar un examen difícil, nuevo nacimiento en la familia, irse de campamento por primera vez, etc.). Para los niños/as la mayoría de los cambios son inesperados, ya que no suelen intervenir en el proceso de toma de decisiones y es de gran ayuda poder ayudarles a recordar y/o construir recursos, habilidades, cualidades que tienen para enfrentarlos.
Aquellos cambios que pensamos que van a llevarnos por un proceso más complejo requerirán que pongamos en marcha muchos de nuestros recursos. Los niños/as también necesitan prepararse para los cambios y retos de la vida. Implicarles en cierta medida, aunque sea en una pequeña parte del proceso, les puede ayudar a liberar gran parte de la ansiedad, miedo, etc. que suele producir lo desconocido en nuestros cuerpos.
Estamos en permanente cambio, un cambio es un nuevo viaje, por ello os propongo que preparemos y ayudemos a preparar las maletas de nuestros hijos/as, pero no sin antes haber preparado las propias.
¿Qué meto en mi maleta? ¿Qué necesito, qué me quiero llevar? ¿Qué quiero/necesito llevarme en mi maleta para enfrentar estos nuevos cambios?
Como en cualquier viaje, nos puede ayudar la imaginación, es decir, visualizar cómo será el cambio al que nos enfrentamos y a nuestros hijos/as ayudarles a reflexionar sobre ello, animarles a cerrar los ojos e imaginar que el cambio ya ha sucedido e ir planteándonos ¿Qué es diferente?, ¿Qué ha cambiado?, ¿Cómo me siento?…
Dejarnos sentir el cambio en el cuerpo y poco a poco ir conectando con nuestras necesidades, para poder saber qué recursos llevarme y si no los tengo intentar ir construyéndolos antes de poner en marcha mi viaje.
Es importante plantearnos también ¿Qué quiero dejar, que no me ayudará?
Con los más pequeños os ayudará realizar una maleta con algún material que les apetezca como cartulinas, cartón, etc. o simplemente un dibujo de la misma. Les ayudaremos a ir pensando sus recursos para enfrentar el nuevo cambio, por ejemplo, si se van a enfrentar a un cambio de colegio donde hay mucho miedo a quedarse solo podríamos meter la ilusión de conocer gente nueva, mis recuerdos bonitos de algún amigo que me quiere, mis cualidades como amigo (divertido, amable, generoso, sus gustos, etc.), también podría ser útil un recurso creado con ellos de relajación para acompañar a la emoción del miedo o a la soledad si aparece los primeros días, la valentía, el compartir cómo me siento con mis padres o profesores, etc.
Es decir, meteremos dentro de nuestra maleta cualquier cosa que nos ayude a enfrentar dicho cambio (las claves nos las darán los obstáculos que hayamos imaginado que podemos tener en el camino). Por otro lado, será importante pensar que cosas quieren dejar que no les son de utilidad, un ejemplo sería, si en el colegio anterior se metían conmigo, dejaré la desconfianza, o la ira excesiva que pertenece a los niños del colegio anterior ya que no me ayudará a volver a hacer amigos y queremos que se dé a sí mismo una nueva oportunidad. Puntualizar que en el ejemplo expuesto dicha desconfianza, ira, etc. es bueno darle un espacio y ser procesada dentro de uno mismo antes de enfrentar el cambio. No obstante, el hecho de pararme a tomar consciencia de nuestras necesidades es un paso muy grande de cuidado y amor hacia nosotros mismos.
Seamos generosos con nosotros, es una maleta mágica y podemos meter tantas cosas cuánto necesitemos. Esta actividad nos proporcionará un espacio con nuestro interior.
Irene Gómez Mochales.
Psicóloga Sanitaria colegiada M-27034.