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Jerarquía en la familia


Es un hecho que los modelos parentales y de familia están hoy en día en proceso de cambio. De un modelo absolutista, con una verticalidad marcada a un modelo más democrático y horizontal. El modelo de familia “antiguo” presentaba entre sus características más generales un padre que ejercía más poder que la madre y una parentalidad en la que el miedo era modelo de educación. No en todas las familias sucedía esto, pero es esta estructura de familia, la que se rechaza desde la nueva visión.

Estamos en un momento de creación, de cambio, construyendo lo que yo llamo “la curva creativa” de la parentalidad, dónde se rechaza el camino establecido, “el autoritarismo” para crear un modelo nuevo. Crear algo nuevo trae consigo esperanza, cambio, pero también incertidumbres y falta de referencia. Los padres de ahora quieren hacer cosas diferentes a sus padres, por lo que, se encuentran con la angustia de no tener un referente con el que comparar y apoyarse para asegurar que lo que se hace tiene algún sentido. Solo queda confiar en las respuestas futuras de los hijos.

¡Este cambio, no está saliendo nada mal! Tenemos niños que saben de emociones, que no viven la autoridad con terror, que son escuchados, pero, las dificultades aparecen cuando los criterios son cambiantes o cuando la estructura de la familia pasa a ser una gran democracia y como consecuencia los niños tienen ms poder del que por naturaleza saben manejar.

BUCEANDO EN EL TEMA

16945_html_m37df5d4dLa jerarquía familiar es definida como el grado de autoridad o influencia de un miembro en el sistema familiar. Define la función de poder y la diferencia de roles en los subsistemas familiares.

En una familia con hijos existen dos subsistemas. El subsistema parental y el subsistema filiar (hijos). Lo ideal es que no existan diferencias jerárquicas entre los individuos de una misma generación. Es decir, que ambos padres tengas el mismo poder, autoridad y apoyo ante la mirada de los hijos.

El modelo familiar “antiguo” presentaba una diferencia a nivel jerárquico en el subsistema parental, el padre ejercía más autoridad que la madre. Este cambio a un poder igualitario nos conduce a una estructura familiar más sana según apoyan los estudios experimentales sistémicos.

En las familias puede existir la democracia, pero con cautela sobre todo en los primeros años de vida de los pequeños. La sencilla razón es porque para que la democracia sea eficaz se necesitan que todos los miembros estén en igualdad de condiciones y nuestros peques, aún no están preparados, no tienen desarrolladas sus capacidades cognitivas y emocionales y por tanto, necesitan de unos adultos que les ayuden a construirse a sí mismos. Por este motivo encontramos en terapia conflictos como: “¡cuando se le pregunta al hijo pide cosas que no son razonables, quiere comer todos los días pasta!, cuando le explico porque tiene que hacer sus tareas reniega de ello y tengo que obligarle….” Con estos ejemplos se hace evidente esta diferencia de conocimiento sobre las cosas importantes de la vida, atención a lo que les exigimos opinar, podemos vernos en una trampa.

Desde la terapia de familia uno de los aspectos importantes a trabajar es la posición jerárquica de los miembros en una estructura familiar. Ocupar un lugar por encima o por debajo de la jerarquía en función de tu rol puede ser un factor de vulnerabilidad para experimentar patología. Un hijo que actúa como padre de su padre o lo complementario, un padre que no ejerce su jerarquía, implica una desestructuración y como consecuencia una dinámica familiar patológica.

SUBSISTEMAS

El primer subsistema que se construye es el de la pareja. Se constituye cuando dos adultos se unen con la intención de constituir una familia. Entre las tareas que requiere esta etapa están las de desarrollar pautas en las que cada uno apoya al otro en varias facetas de su vida y de manera mutua. Se cede parte de la individualidad para crear un sentido de pertenencia al sistema familiar que se está construyendo.

2Con el nacimiento del primer hijo se constituye el subsistema parental. En esta etapa se requiere que los padres e hijos conozcan y acepten un uso diferenciado de la autoridad, “el maestro y el aprendiz”.

El «subsistema fraterno» se crea con el nacimiento de un segundo o infinitos hijos. Este subsistema es un laboratorio en el que los niños aprenden a gestionar la relación entre iguales, a negociar, cooperar y competir

Para que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas deben ser claros. La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil para la evaluación de su funcionamiento. Deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus funciones sin interferencias, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y los otros.

Desde la terapia se consideran familias “funcionales” aquellas en las que las relaciones jerárquicas son claras y los padres, como subsistema, ocupan una posición superior a la de los hijos.

En las familias con dificultades esta estructura no suele estar bien definida.

Puede haber casos en los que se encuentre que la madre o el padre están aliados con los hijos en oposición al otro progenitor lo que implica que el progenitor aliado ocupa una posición inferior en la jerarquía. Esto se llama coalición intergeneracional. En este tipo de coaliciones, se objetiva la dificultad de los progenitores para afrontar conflictos entre adultos, los padres no afrontan discusiones mediante el recurso de reclutar a un tercero como aliado provocando un conflicto de lealtades y la susceptibilidad de enfermedad en ese hijo.

En una coalición intergeneracional existen numerosos problemas porque se le resta demasiado poder a por lo menos uno de los adultos, y les da demasiado poder a los hijos, aunque este poder realmente es ilusorio y que está al servicio de los adultos.

Otro ejemplo es el hijo parentificado. En algunas familias disfuncionales se puede encontrar que se ha dado a los hijos de manera implícita una posición demasiado elevada en la toma de decisiones familiares. De esta manera, los hijos tienen un rol que supera sus competencias e incluso se podría decir que estos niños ocupan un rol de padre de sus propios padres, o de padre de sus hermanos. La función no es dañina es si misma, pero si lo es cuando es un rol “escondido y no claro” e inapropiado para las competencias que tiene el niño. Esto se observa con frecuencia en las familias que falta un progenitor, en parejas que tienen muchas dificultades o parejas separadas, el hijo funciona como “pareja sustituta”. Aquí hay una inversión de los niveles jerárquicos.

SI HAY JERARQUÍA ENTONCES…

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Si hay jerarquía existen mayores probabilidades de crear un sistema familiar saludable. Ambos padres deben ejercer el mismo nivel de autoridad, de ahí que las frases como “lo que diga tu padre” son un ejemplo de lo que no es igualdad.

A los niños pequeños, hasta la adolescencia, hay que mirarlos asumiendo nuestra posición de sabiduría, ellos os miran buscando seguridad, cariño, protección y una guía. Si les pedimos que opinen o decidan en exceso les estamos sometiendo a cuestiones que superan su desarrollo cognitivo y emocional y por tanto, pasando por frustraciones que no les tocan por edad.

Con la adolescencia, comienza el progresivo, ¡progresivo no lo olvidemos!, cambio de un modelo cada vez más democrático, pero aun necesitan de los pilares de sus padres en sus decisiones diarias.

La autoridad no es un gran mal, una autoridad con conciencia, que no ejerce agresión es muy saludable pues es una fuente la fuente de seguridad que necesitan los hijos. Que cada miembro se siente en su silla y acepte su papel.

Padres, apoyaros, no os desautoricéis, ni os rebajéis al poder del otro, os necesitan como iguales para aprender un modelo de igualdad cuando se relacionan con el mundo exterior.

Peques, rebelaos contra los padres, pero aceptar, que su artículo 33 aunque sea un rollo y a veces sea incomprensible, os protegerá.

María Sánchez