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La literatura y su poder sanador


LA LITERATURA SANA

 

La literatura es maravillosa. Muy poderosa. Nos permite viajar, conocer lugares y personas muy diferentes a las que estamos acostumbrad@s. Nos hace emocionarnos, sentir cosas que nunca sentimos. La literatura nos hace vivir. Y revivir. Porque a veces, a través de ella, descubrimos no solo otros mundos, sino el nuestro propio. Somos capaces de poner palabras a lo que sentimos y a lo que estamos viviendo, tanto a lo que somos capaces de disfrutar como a lo que tanto nos cuesta afrontar, enfrentarnos o superar.

El poder nombrar lo que sentimos, lo que nos asusta o preocupa ya de por sí nos permite reducir la angustia.

Y es que, cuando abrimos un libro, nos identificamos inconscientemente con los protagonistas de las historias cuyos problemas se parecen a nuestros propios conflictos, externos e internos. Al verlos desde fuera, somos capaces de entender cosas que puede que antes no pudiésemos comprender, vemos la situación desde diferentes puntos de vista y de una forma más global que nos permite integrarla mejor.

La literatura nos acompaña en momentos de soledad, de ocio, y de autocuidado. Pero es que además, leer que otros sienten o viven las cosas que nosotr@s vivimos o sentimos, nos relaja, reconforta y nos hace sentir acompañad@s. De la misma forma, hace que sintamos que nuestra lucha ante la adversidad no está teñida de tanta soledad.

De la misma forma que la literatura nos sana como adult@s, también ayuda a l@s más peques.  A veces nos cuesta explicarles las cosas o ayudar a l@s niñ@s a sentirse mejor ante determinadas situaciones. Los cuentos son una increíble manera de ayudarles con esto.

Mediante la lectura de cuentos estamos construyendo y fortaleciendo nuestros vínculos con ellos/as, aportándoles la seguridad, el conocimiento y la comprensión necesaria de su mundo y de ellos/as mismos. Dotándoles además, de la confianza necesaria para poder enfrentarse a sus problemas, miedos y conflictos. Y, si además, se los leemos o estamos presentes mientras los leen, esto se convierte en una manera maravillosa de acompañarles en su proceso.

Y es que la literatura en sus múltiples variantes consigue, a veces, casi siempre de hecho, ese mágico milagro que es sanar heridas.

Isabel Cabrera Díez