Para los que trabajamos en el ámbito de la psicología infantil el Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es un desafío. Un desafío al que se enfrentan los padres y niños que son diagnosticados, y un desafío social sobre el que reflexionar dado el aumento exponencial de diagnósticos en los últimos años.
En esta senda es importante que no nos quedemos anclados en la búsqueda de un diagnóstico únicamente. Actualmente existe mucha controversia entre los propios profesionales sobre si se está produciendo un sobrediagnóstico y sobre el uso de la medicación.
El TDAH es muy diferente a una gripe. Los problemas de atención e inquietud no cesan con el paso de las semanas. No existe un medicamento que lo neutralice ya que no hay una única causa. En algunos casos, la medicación es una herramienta que ayuda a aliviar la intensidad de la sintomatología, pero es insuficiente.
La inquietud, falta de concentración e impulsividad no son síntomas exclusivos del TDAH, también podemos encontrarlos con diferente intensidad en niños por causas diversas. Lo similar en estos casos es el déficit de autocontrol. (Barkley, 2011 p.165).Hay una gran presencia de niños con dificultades de atención, inquietos, impulsivos, con dificultades académicas y sociales. Estas dificultades pueden ser entendidas como déficits neurológicos que indudablemente existen, pero también como déficits en la regulación emocional y afrontamiento del niño al mundo.
Actualmente los niños están sometidos a un mundo repleto de información, estimulación y estresores que les demanda habilidades y competencias para las cuales no tienen aún los recursos suficientes. Ante este elevado nivel de estrés, hay niños que han encontrado en el movimiento su estrategia para calmarse y por ese motivo no cesan de hacerlo. Creo que es necesario erradicar la idea de que se mueven para molestar. Hay niños que se mueven porque no han adquirido la capacidad para pararse y responden al “compás” de una vida estresante. Otros niños aún no saben diferenciar cómo hay que comportarse en un lugar o en otro y por ello no discriminan el modo en que lo hacen. Estas dificultades en la propia regulación afectan inevitablemente al rendimiento académico, “si no logro estar tranquilo, me cuesta concentrarme”.
En su origen el bebé es esencialmente corporal. Gracias al cuidado y aprendizaje que proporcionan los padres, van adquiriendo la capacidad de tomar conciencia de su propio cuerpo y el control del mismo. Los niños inquietos aún son inmaduros en esta destreza. Se requiere de un desarrollo cognitivo, “el mando pasa del cuerpo al cerebro”.
Es importante trabajar en el desarrollo de estrategias de autocontrol para que logren manejaruna tendencia biológica que les acompañará. Digo que les acompañará porque el temperamento con el que nace un bebe no se cambia, se modela. Si un niño es más activo, lo será siempre, con todas sus virtudes y limitaciones de igual manera que otros niños son más inhibidos.
En este proceso es indiscutiblemente necesario el trabajo con los padres. Son creadores de esa maravillosa “arcilla” que son los niños, y su capacidad de moldear es infinita.
Existen diferentes programas psicoterapéuticos con gran respaldo científico y de largo recorrido para el trabajo con niños diagnosticados de TDAH o con dificultad de regulación. Actualmente el Mindfulness se incorpora como otra línea de trabajo. Ofrece una adaptación del programa desarrollado en adultos para la población infantojuvenil como respuesta a la gran necesidad de encontrar un poco de tranquilidad, física y mental en un tiempo de tanta exigencia.
Como mencioné en el anterior post, el Mindfulness es definido como conciencia o atención plena. Trabajo terapéutico destinado a la toma de conciencia que se desarrolla con atención concreta, sostenida, deliberada y sin juzgar.
El Mindfulness aplicado en este ámbito tiene como objetivo entrenar a los niños en técnicas para dotarlos de estrategias de autocontrol y manejo de la impulsividad, así como para aumentar su propia capacidad de concentración y atención. Se ha demostrado que el Mindfulness ayuda a mejorar la capacidad atencional, la memoria de trabajo y el desarrollo de la capacidad cognitiva y reflexiva. Favorece el desarrollo del lóbulo frontal, área responsable de la regulación y autocontrol de la actividad conductual. Otro de los conceptos esenciales del Mindfulness es la aceptación y compasión, aspectos cruciales para el trabajo con dificultades relacionadas con la tolerancia a la frustración.
Os recomiendo tanto para profesionales como para padres el libro “Tranquilos como una rana” de Eline Snel. Es un libro dónde se realiza una adaptación para niños de los programas originales de Mindfulness de Jon Kabat Zin. En él podéis encontrar historias y ejercicios guiados para trabajar las diferentes esferas atencionales y estrategias de regulación para los peques y no tan peques.
Y para cerrar, no podemos olvidar las maravillosas virtudes de los despistados…
María Sánchez