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Soñando una nueva escuela: «Las leyes naturales del niño»


La última vez que tuve el placer de compartir un poquito de mí en este espacio, lo hacía con mi SOÑANDO UNA NUEVA ESCUELA, una serie de videos en los que, desde mi vocación más absoluta y el amor más incondicional hacia esos grandes maestros de vida que son los niños, pretendo mostrar aquellas cosas de nuestro sistema educativo que, en un momento dado fueron necesarias y beneficiosas, pero que ya no sirven. Y no sirven porque vivimos en un mundo diferente, lleno de personas muy diversas, que se comunican y aprenden de infinitas maneras.

Hoy quiero hablaros sobre algo que ya apuntaba en el capítulo anterior: LAS LEYES NATURALES DEL APRENDIZAJE. Este término ha sido creado por Céline Álvarez, maestra francesa llena de amor por su profesión y determinada a producir en la escuela un cambio para responder a todas esas nuevas necesidades que aún no se han incluido (necesidad de desarrollar habilidades sociales, inteligencia emocional, creatividad, la capacidad de aprender a aprender…) y son vitales en el mundo en el que vivimos actualmente.

Esta brillante maestra tomó un aula de infantil en una escuela en un entorno más desfavorecido que acomodado y escogió distintos principios de diferentes pedagogías y los aplicó obteniendo unos resultados abrumadores (y que podéis encontrar en un su libro LAS LEYES NATURALES DEL NIÑO).

Todos estos principios, basados también en los conocimientos sobre neurociencia aplicada a la educación, respetan lo que ha denominado las leyes naturales del aprendizaje. Os traigo una interpretación personal de aquellas que creo fundamentales en este modelo de nueva escuela:

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  1. Se aprende haciendo. Montessori, Waldorf, Reggio Emilia… Las llamadas pedagogías alternativas coinciden absolutamente en esta cuestión. Pero es que, además, el avance de la neurociencia nos ha permitido respaldar esta gran verdad. Aprendemos haciendo predicciones. Por ejemplo, un niño que pretende encajar un cuadrado en la silueta de un círculo comprueba que eso no es posible mediante la acción y en ese momento reajusta su predicción y aprende que, efectivamente, un cuadrado no encaja en la silueta de un círculo. Estos procesos de asimilación y acomodación de los que hablaba Piaget han sido ratificados por la neurociencia y por cómo creamos conexiones sinápticas o “puentes” entre los conocimientos.

  1. La importancia del error: si decimos que aprendemos reajustando nuestras predicciones es necesario que se produzca un error para poder reajustar si no este proceso no llega tan siquiera a activarse. ¿Cómo se trata el error en la escuela actual? Castigándolo. Poniéndole un número inferior al 5 que da el mensaje de has fracasado, no eres bueno, no consigues lo que se espera de alguien de tu edad. Las pruebas de evaluación penalizan aquello en lo que se falla, pero no lo rescatan y lo utilizan como fuente de aprendizaje, únicamente de reproche. ¿Cuántas veces le preguntamos a un niño en qué ha fallado en el examen y no lo sabe? ¿De qué sirve un examen sin un feedback que permita aprender del error?

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  1. El juego libre: Froebel decía que “el juego es la manifestación genuina del hombre”. Y aún más del niño. El juego es su manera de estar en el mundo, de estar activo y de impulsar su curiosidad y entusiasmo por conocer cómo funciona el mundo. El juego no es sólo la manera natural de aprender, sino que también es un medio de expresión natural para el niño. A través de este momento de juego libre va a mostrar aquellas cosas que le gustan, que le dan miedo… Además, a través del juego, como apunta Siegel en El cerebro del niño, son capaces de integrar hechos que aún no han conseguido pasar del hemisferio derecho (creatividad, emoción…) al izquierdo (lenguaje, lógica, estructuración..).

  1. La guía del otro: se aprende haciendo por uno mismo, pero eso no implica que se aprenda solo. El aprendizaje, como apuntaba Vygotsky, es inminentemente social. Aprendemos gracias a la interacción con el otro. El desarrollo lingüístico, cognitivo y emocional viene dado de manera social. De ahí la gigante importancia de cuidar, mimar, potenciar y hacer valer el vínculo con el niño. Aprendemos de personas y es, por tanto, fundamental, conectar con ellas.

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  1. La mezcla de edades: ¡cuantísimo notamos las maestras cuándo nuestros pequeños tienen hermanos mayores! ¿Habéis notado cómo aprenden de rápido estos niños? Y es que cuando ponemos juntos a niños de diversas edades los mayores adoptan de manera natural un rol de maestros, siguiendo a Álvarez “los niños se convierten entonces en auténticos expertos en las actividades que les gusta enseñar, así como en pedagogos alertas, benevolentes, flexibles, pacientes y creativos”. Pero además consiguen la atención plena de los más pequeños y su total admiración. “El ser humano, cuando puede reconectarse con su verdadera naturaleza social y puede liberarse de toda opresión vertical apremiante, suscita la admiración y el respeto más profundo”. En esta casa siempre hemos sido grandes defensoras de mezclar a los peques. ¡Y qué fabulosos resultados nos ha dado en nuestras divertidísimas gymkhanas!; donde los mayores toman de forma natural ese rol de cuidadores y maestros y los más peques absorben como esponjas para estar a su altura.

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  1. La riqueza del mundo real: la escuela es una burbuja en la que debemos apartar a los niños del mundo real. Esta es una idea inconsciente que mantenemos sobre la escuela. Vivimos en un mundo en el que los niños se ven bombardeados por noticias de un mundo que no conocen y no entienden; y mantenerles alejados de él no sirve sino para perderse una gran oportunidad de aprendizaje y, en definitiva, de formar personas no sólo con conocimientos sino también con valores y habilidades y destrezas que van mucho más allá de saber algo. Por ejemplo, de poco sirve hablar de la granja si nuestros peques nunca han visto una, o de la igualdad de género si no les mostramos un mundo donde una mujer es policía y un hombre enfermero.

Young boy exploring nature in a meadow with a magnifying glass looking for insects

  1. Recuperar el contacto con la naturaleza: un niño que aprende de forma sensorial e intuitiva cómo funcionan las leyes de la naturaleza será un adulto que utilice los recursos de forma responsable, que dé valor a su entorno, lo cuide y se sienta conectado con él y consigo mismo.

  1. Cuidar el entorno: si apuntábamos antes que se aprende con la indispensable guía del otro, pero de forma natural se aprende haciendo por uno mismo, ¿cómo encontramos la virtud del punto medio? La maestra es una guía cuya función principal es crear las condiciones y los ambientes necesarios para que los niños aprendan lo que ella quiere por ellos mismos. ¿Y cómo se hace esto? Preparando ambientes que respeten todas estas leyes, que respeten los ritmos de aprendizaje y, sobre todo, que no sobrecarguen y entorpezcan el aprendizaje.

Teen girl with planet earth.Algunos autores hablan del síndrome del aula vacía. A algunos maestros les da miedo no tener materiales para según qué actividades o perder oportunidades de enseñanza.

Las pedagogías Waldorf o Montessori nos demuestran que menos, es más. Un único material adecuado es infinitamente mejor que muchos que distraigan y entorpezcan.

  1. Eliminar el estrés: siempre vamos unos minutos por detrás de lo previsto, nuestra vida es una auténtica carrera en la que salimos tarde de un sitio para llegar aún más tarde a otro. Y esto, irremediablemente, se lo transmitimos a los niños y les hacemos partícipes y compartimos con ellos ese estrés del día a día.

El estrés segrega una hormona, el cortisol, que pone a nuestro cuerpo alerta para huir o atacar. Tenía (y tiene) una función que permitía la supervivencia, pero no necesitamos huir o atacar constantemente en nuestra vida diaria. La segregación abundante de esta hormona produce en los niños, con un sistema de conexiones neuronales inmaduro, problemas tanto para su aprendizaje como para la gestión de sus emociones, que se vuelven mucho más explosivas.

  1. El amor: esta es, sin ninguna duda, mi favorita. No sólo porque la conexión o el vínculo afectivo potencien el aprendizaje social sino porque el amor nos hace felices. Necesitamos como dijo Rodari una escuela más feliz. Porque el fin último de la escuela es formar a las PERSONAS del futuro. Personas con conocimientos, capaces de dar soluciones a nuevos problemas, pero, sobre todo, personas con CORAZÓN, que actúen siempre desde el AMOR más absoluto por la vida y por los demás.

“El cerebro humano es maravilloso, busca el sentido, la vida, la inteligencia y la profundidad. Está programado para recordar lo bello, lo grandioso, lo vivo, lo dinámico y lo inspirador. Hay que ofrecérselo”.

ANA RIVAS