La semana anterior, nuestra compañera Lalu Gómez, nos regalaba una preciosa reflexión sobre el uso (o abuso) de las pantallas en el desarrollo de la creatividad y los talentos, frente a la reivindicación y necesidad de experimentación y desarrollo de los sentidos (https://www.diadapsicologia.es/experimentacion-vs-pantallas-desarrollo-la-creatividad-los-talentos-los-sentidos-la-pedagogia-waldorf/). A veces nos distraemos de lo verdaderamente importante, por el bombardeo de estímulos que nos rodea. Y eso tan importante, guarda relación con la escucha yreconocimiento de las necesidades y creaciones que nacen en un@ mism@.
Siento pasión por mi profesión. Cada vez más. Me parece maravilloso el hecho de poder acompañar a las personas a reencontrarse consigo mismas. Y digo acompañar, porque el profesional tampoco sabe nunca hacía dónde se dirige. Sí, quizás, algunos de los obstáculos que hicieron a la persona desorientarse. Pero el verdadero destino, solo puede reconocerlo la propia persona. De ahí la belleza que habita en la autenticidad. Parece que el verdadero éxito, la felicidad, lo podemos ver en las personas que saben SER ELLAS MISMAS.
A veces siento, que en el momento actual, nos movemos en una polaridad constante en la educación de nuestros niños. Por un lado, se encuentran aquellos que consideran que los estímulos que debemos ofrecer a los niños deben ser completamente neutros (objetivo casi imposible en una sociedad caótica y estresante como la nuestra), ofreciéndoles la posibilidad de experimentar, probar, inventar….pero por otro lado, se encuentran otros muchos que juzgan esa posición, y tildan de “extrema” esta elección. La vida, es saber adaptarse a las circunstancias. Y entender que algo intermedio quizás es lo mejor a ofrecer a nuestros niños. Porque, además de SER, necesitamos PERTENECER. Y eso es algo que no podemos olvidar.
Estamos en un momento, en el que cada vez nos cuesta más ver a nuestros niños “aburridos” (por aburridos, me refiero a observarles sin hacer otra cosa, que no sea reflexionar sobre lo que realmente les apetece hacer). Ellos nos piden con desenfreno otro estímulo, y nosotros, “hart@s” de su demanda, soltamos lo primero que nos encontramos entre manos (sobra decir qué es lo que suele ser hoy en día). Educar con consciencia, se trata de comprender, que no siempre podemos complacerles. Quizás debemos encontrar un equilibrio entre complacer y sostener emocionalmente sus deseos.
Cuando física o emocionalmente no podemos estar presentes para l@s niñ@s, surgen un abanico de oportunidades para que ell@s poco a poco, puedan ir construyendo e investigando sobre su forma de estar en el mundo. Depende de cómo hayamos vivido ese“aburrimiento” o ausencia cuando éramos pequeños, de cómo hayamos disfrutado (o no) de esa soledad compartida (jugar solos, sintiendo siempre que hay alguien para quien emocionalmente soy importante y especial), dependerá nuestra manera de atender a nuestr@s niñ@s. Moviéndonos entre ofrecerles muchos estímulos para el rato que no podemos estar con ell@s (a veces parece que nos sentimos culpables por no poder estar 100% disponibles), y dejando que ell@s los encuentren por sí mism@s.
Por pura supervivencia, en muchas ocasiones, el niño buscará contenido para buscar su felicidad a través del juego. Bien es cierto, que cuando hay otras necesidades emocionales previas que atender (asegurarme de la presencia de las figuras de cuidado, mantenerme alerta por los peligros del entorno, asegurarme de que me están mirando, etc…), el juego, en lugar de exploración y desarrollo, estará enfocado a lograr cubrir esas carencias emocionales.
Por ello, es tan importante aprender a hablar en “su idioma”. Y en ocasiones, eso nos implica observar y acompañar. Dejarles que hagan y exploren. Escuchándoles desde el corazón, sin imponer nuestras reglas. Esto requiere presencia. Y en ocasiones nos es difícil escuchar sus necesidades, porque tampoco somos capaces de hacerlo con las nuestras. Estar presentes, significa, simplificar nuestra vida. No dejando de escuchar nuestro pasado. Tampoco olvidando nuestros objetivos futuros. Pero si, reconociendo, que es lo que me ocupa verdaderamente ahora. Es difícil, pero no imposible, simplificar nuestro día a día. Juguemos a hacerlo. Tenemos mucho que aprender de nuestr@s niñ@s en eso. Confiemos en la sabiduría de la vida y de las personas. Tiene mucho que contarnos si nos detenemos a escucharla.
Ana Sáuz.