En esta publicación quiero transmitir la importancia del legado que podemos dejar a nuestros hijos. El legado, entendiéndolo como una oportunidad de aprendizaje. Hace poco tuve una charla en un colegio muy molón sobre las somatizaciones en los niños dónde reflexionamos: ¿Todo el mundo sabe lo que son somatizaciones? La respuesta es, NO.
No es que no se comprenda o conozca el concepto, sino que, sigue muy arraigada en nuestra sociedad la visión dualista del cuerpo y la mente y, por tanto, seguimos escuchando expresiones cómo: “Eso te lo produces tú, eso es de la cabeza, ¿es psicológico o del tipo “cómo va a ser psicológico?, eso es que no saben lo que te pasa”. Aquí se enfrenta dos ideas, la que niega toda relación entre la cognición, lo emocional y lo corporal y, por otro lado, la que sitúa la causa en el mundo cognitivo o psicológico, cómo si este tuviese voluntad en el enfermar.
Es importante, para quien se atreva a cuestionar esta mirada, poder comprender que el cuerpo, la mente y las emociones forman parte de lo mismo, es un mismo sistema interconectado que funciona a la vez. Es decir, si una persona está preocupada, se siente triste o angustiada, en su cuerpo se representa en forma de malestar en el estómago, sudor, dolor de cabeza, tensión muscular… Pero no sería que la cabeza produce eso en el cuerpo sino, que sucede todo a la vez. Y este paradigma ya no implica creer o no creer, confiar o no confiar, existe un importante respaldo científico, pero, como sucede en el mundo de la salud mental, el estigma y las creencias preconcebidas tienen mucho peso aún.
¿Qué no nos han enseñado? No nos han enseñado esa mirada holística y completa del ser humano, dónde en ocasiones expresamos a través de lo verbal o cognitivo, otras a través de emocional y a veces, es en el cuerpo dónde se expresa. Hay ocasiones en las que el cuerpo es el primero en enviar mensajes en forma se síntoma “un dolor de cabeza, un dolor de tripa…” y si estos síntomas los interpretásemos como un lenguaje y “tirásemos de la cuerda”, podríamos encontrar que a la vez estamos preocupados, tristes, enfadados o angustiados pro algo.
Esto, sería una explicación sencilla de las somatizaciones cotidianas. Existen otro tipo de somatizaciones más complejas que si os interesan, tenderemos espacio para ocuparnos y escribir sobre ellas.
Y ahora, ¿Cómo es esto de las somatizaciones en los niños? Pues el más común de sus lenguajes y representaciones dado que los pequeños, son principalmente somáticos. Según van creciendo y desarrollando la capacidad del lenguaje, se va construyendo su capacidad de pensamiento y reflexión. Mientras llega ese momento, es a través del cuerpo la principal forma de comunicación.
¿Qué hacer cuando detectamos que nuestros hijos presentan somatizaciones?
- No cuestionar el síntoma. Los niños no suelen inventar sin motivo, en todo caso, suelen llamar a unas cosas por el nombre de otras. Un dolor de tripa en muchas ocasiones es lo que los adultos llamamos angustia en el estómago.
- Ver la somatización cómo un mensaje. Tanto si lo crees cómo si no. Ya os comentaba, no hay una finalidad en cuestionarlo sino en averiguar porque a un niño le duele algo o porque dice que le duele algo. Yo me pregunto, si un niño dice que le duele algo, ¿Qué necesita?, ¿Qué está pidiendo?.
- Evitar la medicación innecesaria y favorecer por parte de los padres la aceptación de la influencia de aspectos emocionales.
- Explorar factores estresantes o relacionales.
- Escuchad vuestra intuición. En muchas ocasiones escucho a padres con la duda… ¿Esto es algo emocional o es algo vírico? Complicada incógnita en la que siempre os aconsejo que exista un descarte orgánico en caso de no tenerlo muy claro. En otras ocasiones, sentís que ese síntoma, ya lo conocéis, sucede en situaciones similares o en el último tiempo y hay una parte de vosotros que os dice que no es algo vírico… Atended a esa parte y explorar con vuestro hijo. Ayudadle a descifrar.
- Descartar causas orgánicas. Cómo es comentaba, esto es muy importante.
- No repetir pruebas complementarias ya realizadas. Esto va al hilo de cuando un profesional o vosotros mismos sentís que hay algún componente emocional implicado. Mientras se suceden las pruebas, ni vosotros ni vuestro hijo podéis hacerle frente al conflicto emocional del que detalla su cuerpo, la duda está excesivamente presente.
- Decir que “no es nada”. No será nada puramente orgánico, pero que es algo, incómodo, doloroso, molesto…No cabe duda. Los antiguos mensajes que se proporcionaban en los que se fomentaban la retirada de atención no entrenaban al niño a hacerse cargo de lo que estaba pasando, sencillamente se negaba, y ese, es el legado que nosotros recogimos.
- Tranquilizar al niño. En la familia, a lo largo de vuestra vida, del mismo modo que cuando hay un resfriado vírico, le explicáis qué es y cómo se resuelve, hay que ir introduciendo este tipo de narrativa. Hay molestias en el cuerpo que están relacionadas con preocupaciones, enfados, miedos y que para resolverlas hay que poder expresarse.
- Animar a los niños a hablar y escuchar sobre sus propias emociones.
- Os animo a fomentar la actividad física en los niños. Además de los beneficios sobradamente conocidos, hay aspectos corporales relacionados con lo emocional. Cuando el cuerpo se mueve, se libera. En ocasiones hay un descondicionamiento muscular que ayuda a destensar las partes críticas. A los adultos os resultará familiar este concepto. Existen partes de nuestro cuerpo que a nivel muscular siempre se tensan ante las adversidades de la vida. Esta es la razón por la que cuando vamos al fisioterapeuta, casi siempre tenemos cargadas zonas conocidas y repetitivas. Son nuestras zonas diana, a través de las que canalizamos la tensión que llegan al resto del cuerpo. En el deporte, movimiento libre… Este tipo de resistencias se movilizan promoviendo que no se produzcan de manera crónica. Procuremos a los niños una mejor “armadura”, más flexible y menos enferma.
- En una era donde las tecnologías vienen para abrir puertas y para entorpecer otras, el sueño es una de las funciones fisiológicas afectadas y no hay que perderlas de vista ya que, condicionan el funcionamiento de nuestros niños.
- Imprescindible es la mirada que hacéis vosotros mismos con vuestro cuerpo. Sois sus modelos, si sentís desconfianza al cuerpo, eso llegará a vuestros hijos. Si sentís miedo al cuerpo o a sus síntomas, vuestros hijos puede que lo sientan. Si no atendéis a vuestro cuerpo, ellos no lo atenderán. Es una oportunidad para cuidaros con el fin de que seáis el mejor espejo del que aprender. Por ello, tomar contacto, reconocer y regulad vuestras emociones y las de los niños.
En una generación de padres que han rescatado el mundo emocional de manera excepcional, el cuerpo, no puede ser obviado.
Cuidaros para cuidar. Escucharos para saber escuchar al otro.
Regularos para regular.
Cuidad cuerpo para que ellos, respeten, escuchen y atiendan el suyo.
Maria Sánchez.